¿A qué se enfrenta la COP en Brasil?

El desafío de reducir la generación de energía de origen fósil aún persiste. Gravar las ganancias de esta industria e invertir en renovables ayudaría.
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31 Oct, 2025
Conferencia de las Partes de la ONU.

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

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Generado el 31/10/2025 08:31

La Conferencia de las Partes (COP) es la reunión más importante a nivel mundial sobre el cambio climático. Funciona como el órgano supremo de toma de decisiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un tratado internacional firmado por la casi todos los países del mundo. En la COP se acuerda la agenda climática global. Se intenta llegar a acuerdos vinculantes que impulsen a las naciones a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), adaptarse a los impactos del cambio climático y movilizar la financiación necesaria para estas acciones.

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El próximo 10 de noviembre se inicia en Belem, Brasil, la trigésima edición de la COP. El patrón en estas reuniones, con la salvedad de la COP de París 2015, es que la cita comience con grandes expectativas y termine con muy magros resultados. Una y otra vez, los países ricos prometen apoyo financiero para las pérdidas y daños que genera el calentamiento causado. Y el apoyo nunca se concreta a la altura de lo necesario.

Si bien las negociaciones han logrado tímidos avances en áreas como los compromisos globales de reducción de emisiones o los marcos de presentación de informes, la extrema lentitud y la repetición anual de las mismas conversaciones definen estos encuentros. Fueron necesarias 28 COP (hasta la COP de Dubai de 2023) para que se lograra nombrar explícitamente en una resolución oficial a los combustibles fósiles como causa fundamental del calentamiento global. Aproximadamente la mitad del total de emisiones de GEI generadas desde 1850 han sido liberadas desde la primera COP de Berlín, en 1995.

La abrumadora evidencia científica señala la necesidad de una descarbonización rápida. Frente a esto, es sabido que las empresas de combustibles fósiles influyen muy poderosamente en estas reuniones. Los países en desarrollo solo reciben el 16% de las inversiones mundiales actuales en fuentes de energía renovable. Pero están recibiendo cerca del 50% de las inversiones mundiales en combustibles fósiles. Esto permite a las empresas petroleras capturar los procesos de formulación de políticas en muchos países. Así, se retrasan proyectos de energía limpia, promoviendo más proyectos de energía fósil y desviando la atención hacia tecnologías de dudosa viabilidad como la captura y almacenamiento de carbono o la captura directa de aire.

Datos desesperantes

Desde la COP de París 2015 el calentamiento global ha pasado de ser un problema del futuro a ser un problema de presente. Los últimos diez años han sido los más calurosos desde que se tiene registro. Europa es el continente que más rápido se calienta, a una velocidad dos veces superior a la media. En lugares como Groenlandia, la temperatura ha llegado a estar 28 grados por encima de la media.

Desde 2004, los estudios de atribución climática han determinado que 547 eventos climáticos extremos fueron más graves o probables como consecuencia del calentamiento global. Los desastres por fenómenos meteorológicos extremos costaron a la economía mundial 3.54 billones de dólares en la última década. Se estima que la crisis climática podría causar 25 billones de dólares en pérdidas al mercado inmobiliario mundial para 2050. Paralelamente, el mundo está perdiendo 100 millones de hectáreas de tierra por desertificación cada año, el equivalente a la superficie de un país como Bolivia, en un proceso que se debe a una combinación de factores como el cambio climático, la sequía, la deforestación y las prácticas agrícolas.

En definitiva, sabemos que el calentamiento ya está aquí, pero la inercia del sistema continua implacable.

Por la gravedad de lo que se trata en ellas, el ciudadano medio debería saber qué es una COP y qué se decide allí. Pero ni siquiera se sabe quién es el secretario general de Naciones Unidas. Cada año, en una clase universitaria sobre gobernanza climática, comienzo la presentación con una foto de Antonio Guterres y nadie sabe identificarlo. Cuando era universitario, hace veinticinco años, el secretario general de Naciones Unidas era una personalidad más conocida, algo que refleja hasta qué punto se ha diluido el peso de Naciones Unidas en el mundo actual.

Emisión de gases de efecto invernadero en China. Foto: Wikimedia Commons

Brasil, ¿transición verde?

Este año la COP tiene lugar en un país clave para el sistema climático. Sin embargo, a pesar de que el 96% de los brasileños cree que el calentamiento global está ocurriendo y el 77% identifica correctamente la actividad humana como su causa principal, la prioridad del gobierno de Brasil es la soberanía energética y la creación de empleo, por lo que la prospección y extracción de hidrocarburos avanza a niveles nunca vistos. El gobierno de Lula da Silva argumenta que las reservas de hidrocarburos se utilizarán para financiar la transición verde.

[Lee: Ambiente, el último de la fila]

Pensar a corto plazo es un síntoma de nuestro tiempo, pero las consecuencias a largo plazo ya están aquí. Los beneficios que se derivan de la extracción de petróleo en Brasil también deberán utilizarse para paliar desastres como las inundaciones en el estado brasileño de Rio Grande do Sul en mayo de 2024. Causaron 177 muertes y afectaron al 94% de la actividad económica. Los estudios de atribución climática concluyeron que el cambio climático hizo que estas inundaciones tuvieran el doble de probabilidades de ocurrir.

Detener los combustibles fósiles

El carácter crítico del escenario climático en que se celebra la COP impide permitirse el lujo de ser derrotista, y además existen motivos para la esperanza.

Si en 2015 el 55% de la inversión energética global se destinaba a combustibles fósiles, frente a un 45% de renovables, la tendencia se ha invertido en la última década. El año pasado la inversión global en energía limpia fue de un 64% frente a un 36% en combustibles fósiles. Como consecuencia de este cambio de tendencia, y fundamentalmente por el papel de China, desde 2015 el mundo ha instalado más capacidad solar que la de todos los combustibles fósiles combinados.

Sin embargo, el porcentaje total de la generación de energía de origen fósil en el mundo no logra bajar del 80%. El descenso de esta curva es el gran reto de nuestro tiempo. Si se gravaran las ganancias de la industria fósil para invertir en energía renovable en países en desarrollo, esto podría comenzar a cambiar.

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  • Nicolás Dorronsoro

    Docente sustentabilidad (Centro Berit, UCU). Licenciado en Comunicación (Universidad de Navarra). MA RRII (Instituto Universitario Ortega y Gasset). MSc Political Sociology (LSE). MSc en Climate Change and Development (SOAS) (en curso). Co-coordinador de la red AUSJAL de ambiente y sustentabilidad.

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