¿Qué explica la victoria sorpresiva de Milei?

El presidente argentino logró capitalizar la ayuda condicionada de Donald Trump y el miedo por el regreso del kirchnerismo.
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28 Oct, 2025
Javier Milei festeja ante sus militantes. Foto: X de Javier Mieli

Articulo original en español. Traducción realizada por inteligencia artificial.

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Generado el 28/10/2025 17:07

El resultado de las elecciones legislativas argentinas fue sorpresivo. Ni siquiera el presidente, Javier Milei, esperaba una victoria tan contundente. Su principal opositor, el peronista Axel Kicillof, quedó golpeado por una derrota inesperada. ¿Qué sucedió en el electorado para tener un comportamiento ajeno a las previsiones? Las primeras respuestas son dos y están concatenadas: el miedo a un descalabro económico y el factor Trump.

El clima que predominó en las semanas previas al pronunciamiento de la ciudadanía se moldeó en torno a la inestabilidad financiera. La presión alcista sobre el tipo de cambio, que los argentinos usan como refugio para sus ahorros cada vez que olfatean una crisis, llevó al Gobierno libertario a negociar un salvataje en Washington. Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, lo hicieron con convencimiento ideológico, pero, sobre todo, por necesidad.

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La administración de Donald Trump, que mira a Latinoamérica con un prisma intervencionista, les abrió las puertas de par en par. El recepcionista fue Scott Bessent, el secretario del Tesoro, una figura clave para comprender este período político-económico de la Argentina. Con lógica de trader financiero, Bessent no solo facilitó una línea swap de 20.000 millones de dólares para el Banco Central argentino, sino que además intervino en el mercado de cambios local.

Votos del miedo

La escenificación de la ayuda del “amigo americano” tuvo lugar solo diez días antes de las elecciones, cuando Trump y su gabinete recibieron a Milei, Caputo y otros funcionarios en la Casa Blanca, cuando presidente norteamericano condicionó el rescate al resultado electoral. Eso que pareció inicialmente un yunque atado al cuello de Milei, terminó funcionando en el país como un catalizador del miedo al descalabro económico.

Si hay algo que la sociedad argentina valora de la gestión mileísta es la baja de la inflación. Ese reconocimiento aún predomina para un sector mayoritario del electorado sobre los efectos colaterales del plan de la “motosierra”, que son muchos y explican centralmente la caída del nivel de actividad de la economía. Pero lo que más capitalizó el presidente argentino fue el miedo de los electores independientes al regreso del kirchnerismo como fuerza dominante.

La contundente victoria electoral kirchnerista en las elecciones de la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre, un mes y medio antes de los comicios legislativos nacionales, tuvo efectos que trascendieron las fronteras del distrito más importante del país. En el resto de las provincias despertó los sectores antiperonistas, que en la Argentina tienen tanta intensidad como los propios seguidores del partido que fundó Juan Perón.

Pese a que Milei y los libertarios sufrieron un duro golpe en aquellas elecciones bonaerenses, el impacto que provocó el resurgimiento del kirchnerismo consolidó un escenario de polarización al que el gobierno se aferró con uñas y dientes. “La libertad avanza o la Argentina retrocede”, fue su lema de campaña. Pese a su intento por desmarcarse de la expresidenta Cristina Kirchner, el líder del sector, el gobernador Kicillof, aún se considera detrás de esa línea.

Los esfuerzos de Milei

Milei se puso al hombro la actividad proselitista. Recorrió una decena de provincias y apuntaló a candidatos, en su gran mayoría desconocidos para la sociedad. Es una característica que predomina en La Libertad Avanza (LLA), una fuerza constituida en base a outsiders de la política tradicional. Apareció en todos lados con una campera de cuero modo rockstar, pese a que en más de un sitio tuvo que retirarse casi a los empujones por manifestaciones opositoras.

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Con el resultado, puede decirse que Milei consiguió el apoyo del electorado independiente —desencantado por los casos de corrupción y las dificultades económicas— en desmedro de terceras opciones, como los gobernadores de Provincias Unidas. Su performance fue licuada por la disputa central entre los libertarios y el peronismo. Ahora, ese grupo puede ser el árbitro de la gobernabilidad por su representación en el Congreso.

Gobernadores, aliados clave

Los bloques que responden al presidente crecerán en forma ostensible en la Cámara de Diputados y el Senado desde el 10 de diciembre. Las bancas que obtuvo LLA en la elección legislativa le permitirán al Gobierno defender los vetos de Milei, ya que alcanzarán el tercio de escaños. Pero no garantizan el impulso exitoso de reformas estructurales, como las que planifica la Casa Rosada en materia de legislación laboral y de política tributaria.

De ahí que los diputados y senadores referenciados en los gobernadores, algunos de ellos sin alineamiento nacional, serán determinantes en el segundo tramo del mandato de Milei. Cuando todavía no tenía certeza de un triunfo electoral, el mandatario argentino empezó a dar señales de que estaba dispuesto a recuperar el diálogo perdido con las provincias, a las que su administración cortó sin miramientos el financiamiento de obras y la ayuda financiera.

En el discurso que pronunció la misma noche de la elección, Milei hizo un llamamiento a esos gobernadores. Con estos resultados, vuelven a estar entre la espada y la pared porque el electorado provincial les dio la espalda y, en cambio, avaló al presidente libertario. Mandatarios como Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba) e Ignacio Torres (Chubut) tienen ahora que recalibrar su futuro político y su relación con el poder central del país.

El PRO en segundo plano

En la misma situación se encuentra Mauricio Macri, el expresidente argentino que apostaba por una mayor influencia del PRO en el Gobierno ante un Milei debilitado, un escenario que finalmente no se cristalizó. Más allá del diálogo que volvió a entablarse entre ambos, las decisiones que adopta Milei no están en sintonía con los intereses de Macri. La última de ellas fue la designación de Pablo Quirno como nuevo canciller, tras la renuncia de Gerardo Werthein.

Macri tenía un puñado de candidatos para ocupar ese sillón clave para apertura del país al mundo. Pero Milei optó por un miembro del equipo económico. Además reúne condiciones indispensables en esta época de la política argentina: Quirno es un trader financiero que integró el staff de la JP Morgan antes de sumarse a la consultora de “Toto” Caputo. Su traslado a la Cancillería generó, por cierto, el beneplácito de Washington.

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